Opinión

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EL BILLETE

No están a la altura

Publicado: 11/05/2025 ·06:00
Actualizado: 11/05/2025 · 06:00
  • Imagen del 31 de octubre de 2024, dos días después de la Dana.
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El día que León XIV lanzaba su primer mensaje de paz y diálogo, recién estrenado el pontificado, la editorial Tirant lo Blanch presentaba en València su colección Ágora, compuesta inicialmente por ocho miniensayos de diversos autores expertos en cada una de las materias, a los que seguirán otros, textos muy adecuados para reflexionar sobre grandes temas de la actualidad que nos ocupan y nos preocupan. Temas que se debaten en esas tertulias mediáticas que generan tanta opinión, a cargo de todólogos a quienes no les vendría nada mal leer alguno de estos libros.

Los temas son diversos, algunos preocupantes, otros inquietantes y todos interesantes: las migraciones, la democracia "enferma", la desinformación, la extrema derecha... Temas muy complejos que Salvador Vives y Joan Romero, directores de la editorial y de la colección, respectivamente, han querido recoger en ensayos breves para que nadie diga que no tiene tiempo.

Dijo Joan Romero en la presentación que "los pilares de la ilustración están en retroceso", que los enemigos de la democracia "han designado dos adversarios: las universidades y los medios de comunicación tradicionales, que son los dos pilares básicos de las democracia liberales", y que "la forma de combatir esto es la información y la reflexión". Recordó que en la primera potencia del mundo gobierna un tal Donald Trump, que no es el origen de ninguno de estos problemas pero sí es "un acelerante de procesos que venían de antes". Trump es un acelerante que ha logrado eso, acelerar la degradación de las democracias. Por imitación.

  • Joan Romero, en la presentación de la colección. Foto: VP

A pesar de todo, Joan Romero es optimista porque la historia reciente demuestra que de peores crisis ha salido la Humanidad. Pensemos, por ejemplo, en cómo estaba el mundo en 1942. Es una forma de verlo que ayuda a mantener el optimismo aunque sea a la fuerza. Toda revolución, y estamos envueltos en una con muchas aristas, acarrea guerras, injusticias y retrocesos, pero como dice Pinker, si pones las luces largas comprobarás que, baches aparte, la historia de la Humanidad es una historia de progreso. Otra cosa es que en esa lotería que es la vida no te haya tocado el mejor momento. 

El trumpismo se impone en el fondo y en las formas, también en España y en la Comunitat Valenciana. La política extrema, la polarización, la democracia "enferma", como lleva en el título uno de los ensayos. Cuando los ultras buscan sin ningún disimulo polarizar, la respuesta de los que se dicen demócratas debería ser cualquiera menos polarizarse, pero es todo lo contrario, prima el enfrentamiento, que al parecer da más votos. El diálogo es residual.

Cuesta ser optimista en un país donde los políticos son incapaces de ponerse de acuerdo ni para ayudar a las víctimas de una desgracia como la Dana, echándose los muertos a la cabeza y utilizando el dolor de los damnificados con los dos ojos puestos en el rédito político en lugar de en solucionar, por ejemplo, un problema tan importante como el de los ascensores en edificios donde vive gente con movilidad reducida. Personas que desde hace más de seis meses solo pueden salir de casa si va alguien a cargar con ellas por las escaleras.

"El ascensor es un dominio privativo", dice Gan Pampols. ¡Toma!, y los coches, los comercios, las viviendas, los enseres... Para todos esos bienes privativos ha habido dinero público y soluciones –Mazón anunció el otro día otra batería de ayudas a empresas y autónomos–, mientras para los vecinos que tienen el ascensor averiado más de seis meses, ajo y agua.

  • El comisionado del Gobierno José María Ángel y el vicepresidente Gan Pampols, en una de sus escasas reuniones. Foto: JORGE GIL/EP

"No comprendo que ante un desastre no haya una coordinación plena entre la administración del Estado y la autonómica", decía el otro día Gan Pampols en la entrevista que por fin pudimos hacerle. Pues yo se lo explico: no hay una coordinación porque para Pedro Sánchez y compañía es más importante hacer caer a Mazón que acelerar la recuperación de las zonas afectadas. Mazón ligó su futuro al éxito de la reconstrucción, luego el objetivo para algunos es que la reconstrucción no tenga éxito, aunque sea a costa de los damnificados. Por eso no hay ayudas a la Generalitat ni hay comisión mixta –sería "blanquear una falta de actuación de la Generalitat", dice José María Ángel–, ni hay comunicación entre el presidente del Gobierno y el del Consell –seis meses sin hablar–, ni entre ministros y consellers ni, tras una breve luna de miel, entre el comisionado del Gobierno y el vicepresidente de la Generalitat. Al enemigo, ni agua.

El problema es Mazón, que no se va porque no tiene vergüenza, y el problema es Sánchez, capaz de negar el pan y la sal a la Generalitat para que se vaya. El problema son los políticos. Por cierto, ¿cuándo es el funeral de Estado?

Luego se extrañan de la desafección de la ciudadanía y se lamentan por el ascenso de la extrema derecha que ofrece soluciones simples a problemas complejos. Soluciones simples a problemas a los que los partidos tradicionales no están dando ninguna –véase también el caso de los menores extranjeros no acompañados–, porque prefieren el ruido, el enfrentamiento y la polarización. Así está España y así está el mundo.

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