Después de un mes de abril para olvidar, y que no olvidaré en mi vida, uno aterriza en la actualidad como Alicia cuando se precipita por el hueco del árbol en el que ha visto entrar al Conejo Blanco. Sé, por ejemplo, que hoy tendrá lugar el desfile de armaduras púrpura tras el que los cardenales se encerrarán en la Capilla Sixtina a arrojarse los puñales de poder. Continuistas de la obra de Francisco se enfrentan a los contrarreformistas de la misa en latín, de espaldas y como Dios manda. Jets contra Sharks, un cónclave muy de West Side Story, pero con menos ritmo. Aunque, por culpa de gentola como Juan Carlos de Manuel, se me entrecruza la imagen con el otro cónclave, el del pare Camps, que arremolinará a sus feligreses en Valencia el sábado para abrirse hueco en su partido como Ángel Franco sacando codos el día de la Santa Faz Obrera cuando trataba de aparecer en las fotos junto a Diana Morant. La asamblea popular también tendrá un poco de yanquis contra puertorriqueños, pero en este caso, Mazón sabrá entonar. “Something's coming, I don't know what it is”, cantará el president en ejercicio. Aún.
Tanto el clero eterno como el campismo resucitado dejarán que sean otros los que se ocupen del nuevo orden mundial, del asentamiento de las energías renovables tras el apagón, de los sabotajes ferroviarios o del genocidio palestino. Y ambos son apasionantes. La Iglesia atribuye la masiva presencia de medios de comunicación bajo la chimenea de la fumata blanca a que la religión católica sigue moviendo montañas, como en el refrán de Mahoma. Habría que soplarles a los purpurados que, en realidad, lo que atrae de la elección de un nuevo Papa es la liturgia, esta sí, de la votación en el Vaticano, una de las únicas seis monarquías electivas que existen en el mundo junto a Samoa, la Soberana Orden de Malta, los Emiratos Árabes Unidos, Camboya y Malasia. O eso dicen ellos y la Wikipedia. Más allá del gancho de unos comicios que marcan el destino íntimo de miles de millones de personas, el morbo está ahora en saber si habemus activista pro derechos humanos o si, por el contrario, el catolicismo vuelve a lo que ha sido durante la mayor parte de sus veinte siglos de historia.

- La ministra Morant en la romería de Santa Faz. -
- Foto RAFA MOLINA
El mérito de este prime time con Guardia Suiza de fondo es de los aires de renovación de Francisco. Pero pasemos al otro, a Francesc Camps. Uno diría que apenas tiene posibilidades de entronizarse de nuevo en el Palau de la Generalitat, pero los acontecimientos vividos en el último lustro no nos permiten garantizar nada. Sin duda, voz tendrá en un partido en el que da la impresión de que todos se pasan el día buscando ofertas de hoteles en Trivago para que Mazón viaje sin parar y no se le vea demasiado el pelo. De momento, leo por ahí, cuenta con una ebanista de la política como Sonia Castedo, capaz de contener multitudes, y con Carlos Fabra, capaz de disolverlas. Con toda la vorágine en que me sumió abril, y teniendo en cuenta que hasta Donald Trump se postula para el trono de San Pedro, ya no sé si llegará antes la elección del nuevo Pontífice, si servirá para marcar el rumbo del PPCV o si se juntarán todos para imponer aranceles a los murcianos, culpables, según el entorno de Camps, de la elección de Mazón. Dios proveerá.