CASTELLÓ. Desde la Fampa Castelló Penyagolosa queremos recordar que el derecho a la educación no es un privilegio, sino un derecho fundamental reconocido internacionalmente. Sin embargo, lamentablemente, no todos los niños y niñas tienen la suerte de poder disfrutarlo. La infancia y el alumnado de Palestina llevan ya más de 15 meses siendo privados de este derecho básico en medio de una crisis humanitaria sin precedentes.
Según datos de las Naciones Unidas, la mitad de los menores palestinos en edad escolar ya encadenan dos cursos sin acceso a una educación formal. "La destrucción de la infraestructura educativa (con al menos 352 escuelas dañadas o inutilizadas, según las autoridades de Gaza) y el uso de edificios escolares como refugio para personas desplazadas ha paralizado completamente el sistema educativo. A todo esto se suma la escalofriante cifra de más de 4.000 estudiantes y docentes muertos desde el inicio del conflicto", argumentan desde la Fampa.
La federación expresa su solidaridad con todas las familias palestinas y hace un llamamiento para que se respeten los espacios protegidos por el derecho internacional humanitario, como son las escuelas y los hospitales. "Las escuelas deberían ser lugares de seguridad, tranquilidad y aprendizaje, no escenarios de miedo y destrucción", insisten.
"En Gaza, a pesar de la devastación, maestros y maestras voluntarias luchan por mantener viva la esperanza. Se han levantado aulas improvisadas en tiendas dentro de los campos de personas refugiadas para garantizar que los niños y niñas sigan aprendiendo, aunque sea entre bombas, traumas y una escasez extrema de recursos. En estas escuelas provisionales se imparten materias esenciales como matemáticas, árabe y ciencias. Docentes y alumnado comparten libros, lápices y hojas reutilizadas, en un esfuerzo colectivo por evitar lo que la ONU ya califica como una 'generación perdida'", siguen. "Después de casi dos años sin escolarización, con bombardeos sistemáticos sobre centros educativos y la destrucción premeditada de espacios que ahora acogen a familias desplazadas, el derecho a la educación está desapareciendo ante nuestros ojos. Mientras tanto, el mundo parece mirar hacia otro lado".
La Fampa Castelló Penyagolosa defiende una educación pública y universal que llegue a todas las niñas y niños, vengan de donde vengan. No podemos permanecer en silencio mientras millones de menores ven cómo su futuro es arrasado. Porque educar es un acto de paz. Y ahora, más que nunca, hay que alzar la voz para defender la infancia y su derecho irrenunciable a aprender en libertad y dignidad.